El Batallón San Patricio la guerra Estados Unidos –México de 1846 a 1848

Una de las gestas más importantes del país y poco tratada hoy en día, es la intervención norteamericana que vivió nuestro país entre 1846 y 1848. Una guerra alevosa en la que nuestro país pierde más de 2,000,000 de kilómetros cuadrados.
El video documental relata los antecedentes, la forma en que se preparan ambos países, los combates que se presentaron así como los hechos más representativos de la invasión y la actuación del Batallón de San Patricio (Su conformación por la partición de John O´Riley, los hechos de armas en los que participaron, cómo fueron hechos prisioneros, su martirio, su participación en la posguerra y su disolución). Las acciones son comentadas por expertos en el tema como el Dr. Michael Hogan, el Gral. de División Luis Garfias Magaña, el Dr. Juan José Mateos, el Gral. Clever Chávez y el Maestro Faustino Aquino.

Durante el desarrollo del video se realizaron investigaciones documentales en el Archivo General de la Nación, en el Archivo de la Ciudad de México y en el del Estado de Hidalgo, donde se encontraron documentos que se presentan por primera vez, referentes a la guerra y al Batallón.

Se habla también de los resultados de la guerra y la situación que vivieron los que quedaron del “otro lado” y, finalmente, invita al espectador a reflexionar sobre la importancia de este hecho histórico.

El guión es desarrollado por investigadores independientes que conocen el tema y lo tratan de manera objetiva, buscando dejar en el público una reflexión sobre la importancia de fortalecer la identidad mexicana.

El video se orienta al público en general, apto para toda la familia, que desea tener el conocimiento referente a esta etapa de nuestra historia, invitándolo a profundizar sobre el tema.

Su duración es de 56 minutos y se combinan imágenes del siglo XIX y actuales.

DR. Andy Javier Correa Montejo
Septiembre de 2012

Guión elaborado por:
Tomás Villa Córdova y Andy Javier Correa Montejo

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La guerra de Estados Unidos contra México, es una guerra alevosa, se basó en los intereses desmedidos de grupos que veían en los territorios de su vecino débil el espacio para hacer prosperar las fincas esclavistas y el territorio para concentrar a la mano de obra barata que extraería las materias primas necesarias para desarrollar sus fábricas.

Esta es la historia de un conflicto que arrebató a un país más de la mitad de su territorio dejando a muchos como extranjeros sin moverse siquiera de su sitio. Es la historia de la fortaleza y debilidad de un pueblo para defenderse. Y es la historia de un puñado de valientes internacionalistas que buscaron defender sus convicciones pese a todo y pese a todos.

El primero de abril de 1812 el ministro español Don Luis de Onís escribía al virrey de la Nueva España desde un lugar cerca de Washington:

“Cada día se van desarrollando más y más las ideas ambiciosas de esta república (Los estados Unidos) y confirmando sus miras hostiles contra España. V.E. se halla ya enterado por mi correspondencia, de que este gobierno se ha propuesto fijar sus límites en la embocadura del río Bravo, siguiendo su curso el grado 31 y desde allí tirando una línea recta hasta el mar pacífico, tomándose por consiguiente las provincias de Texas, Nuevo Santander, Coahuila, Nuevo México y parte de las provincias de Nueva Vizcaya y Sonora. Parecería un delirio este proyecto a toda persona sensata; pero no es menos seguro que el proyecto existe y que se ha levantado expresamente un plano de estas provincias por orden del gobierno, incluyendo también en dichos límites la Isla de Cuba, como una pertenencia natural de esta república”. (Vázquez 1972:191 citado por Toro 1926)

Para el específico caso de la guerra al estilo norteamericano, su génesis se remonta a los hechos de su primera acción fuera de sus fronteras, la que para ellos es llamada guerra México-Americana y para los mexicanos: la invasión americana.
Esta guerra definió a ambas naciones ya que una de ellas perdió más que solamente las dos quintas partes de su territorio, mientras que la otra consolidó su desarrollo capitalista sobre los extensos territorios despojados.

Un pequeño grupo de emigrados europeos, algunos de ellos irlandeses tomarían una decisión íntima que los marcaría en la historia de ese conflicto. Para unos serían traidores, para otros héroes, ellos serían conocidos como los San Patricio y serían, sin duda, un ejemplo de la decisión personal de una tropa de internacionalistas.

La separación de Texas y la guerra que esta supuso, dejó en claro la nula capacidad de negociar de un gobierno Mexicano autoritario y centralista frente a unos colonos emigrados que insistían en ser norteamericanos en México. Conservando sus esclavos en un país donde se había abolido la esclavitud desde 1810 y negándose a obedecer las leyes de la república que los cobijó por las de un país donde no habitaban.

Una guerra difícil, costosa y desastrosa para un México que vio perder la primera parte de su territorio y donde el interés de los políticos americanos se vio acicateado por la posibilidad de obtener nuevos territorios al sur y al oeste mediante su apoyo a los colonos en Texas.

Los intereses enfrentados se distinguían claramente en dos culturas que, como agua y aceite, encontraban su límite en los territorios del estado mexicano de Texas.

Al norte, se encontraban los anglosajones y protestantes de una Norteamérica por un lado industrial y por el otro esclavista, frente a latinoamericanos cristianos de un México recién liberado de 300 años de coloniaje donde el interés Español fue desangrar a su colonia de todos sus recursos materiales y humanos, y donde prosperaban muchos de esos viejos vicios.

Mercenarios y voluntarios norteamericanos se enlistarían para apoyar a los escasos texanos apuntalados con armamentos americanos, enfrentándose en marzo de 1836 a un Santa Anna que mancharía los escasos triunfos mexicanos del Álamo y Goliat, con fusilamientos y el descuido de sus operaciones militares, para en abril, caer capturado por los separatistas y en un acto cobarde firmar dos tratados con ellos, sin reconocimiento del gobierno Mexicano.

La separación de Texas dejaría abierta la herida, y el pretexto de los límites territoriales abriría la puerta a un nuevo y más amplio conflicto con el mismo interés, al sumarse la recién creada republica a la unión americana.

Para unos, el conflicto se perfilaba como “Expansión territorial”, como misión divina con el nombre de destino manifiesto y, para otros, significaba el apoyo al pequeño grupo de liberales mexicanos frente a sus contrapartes conservadoras, en un mundo donde el conservadurismo de la santa alianza europea se enfrentaba al republicanismo de los pocos que no habían sucumbido a las guerras Napoleónicas.

Por otra parte, en México existía una idea generalizada de que el ejército podía ganar una guerra frente a tropas americanas a pesar de su crónica falta de recursos, su pésimo avituallamiento y su falta de artillería, entre muchos otros vicios, idea que se sustentaba en el desconocimiento de las características de las tropas y armamento americanos y en la aún más peregrina idea de que se recibiría apoyo de las potencias Europeas. El propio Santa Anna en 1847 diría: “México lo deseaba”.

La política Mexicana siempre planteó, buscando la paz, dilaciones para la guerra, al grado de que el propio general Winfield Scott, jefe de las operaciones que llevarían a la victoria a los americanos, diría en su diario:

“Para obligar a que entre en guerra un pueblo obstinado en perseguir o conseguir la paz, es absolutamente necesario golpear fuertemente en las partes vitales de la nación…” (Scott: 2005:29)

Pese a la protesta Mexicana los norteamericanos anexaron el 1° de Marzo de 1845 un Texas sin definir aún sus fronteras al sur, ya que para los mexicanos se marcaban en el rio Nueces y para algunos políticos norteamericanos en el Bravo, haciendo en la negociación lo posible por anexar el mayor espacio posible al lado americano e internando después tropas para defender “su territorio”. Violando así los tratados de límites fronterizos reconocidos por los dos países en 1828 y 1836.
A mediados de junio de 1845, un mes antes de que Texas ratificara su anexión y seis antes de convertirse en un estado de la unión, el Presidente Polk ordena que el General Zachary Taylor tome posiciones con cuatro mil hombres al sur del río Nueces en el poblado de Corpus Christi, fuera de los límites originales del antiguo estado Mexicano de Texas. Los norteamericanos desplegaron sus ejércitos en diferentes direcciones mientras que los generales mexicanos buscaban en sus guerras internas, luchar por quedarse con el poder.

El 15 de enero de 1846 el General Taylor salió de Corpus Christi con dirección a Monterrey y Saltillo.

El General Wood de San Antonio de Béjar a Chihuahua.

Kearny partió de Fort Leavenworth rumbo a Santa Fe de Nuevo México.

Los barcos de guerra americanos cerraron los puertos mexicanos de Veracruz y Tampico y el Comodoro Sloat vigilaba las costas californianas y el puerto de San Francisco, mientras aparentes exploradores de Fremont alentaron la insurrección de los colonos ingresados a México desde el Oregon.

El día 28 las tropas de Taylor llegaron frente a la Ciudad de Matamoros, mientras los militares mexicanos pedían entrar en acción contra las fuerzas americanas.

En las semanas siguientes soldados americanos, entre ellos algunos irlandeses, desertaran de las filas del ejército americano.

“Sus soldados empezaban a desertarse, pasando a nuestro campo a presentarse al general en jefe y teniendo los más el atrevimiento de arrojarse al río a la vista de las guardias avanzadas de los americanos, que les hacían fuego y los herían o mataban. Algunos también perecieron ahogados”. (Alcaráz 2005:76)

Entre las filas americanas los irlandeses eran tratados con desprecio y con un franco sentimiento anticatólico. Como parte de este sentimiento racista eran llamados desdeñosamente Micks o cabezas de papa, aplicando un estereotipo racial degradante.
“Los católicos irlandeses estaba aislados en el servicio. Se les habían negado sus oportunidades de ser ascendidos de acuerdo a sus capacidades. A menudo eran castigados por faltas por las cuales otros no lo eran. Fueron disciplinados con severidad porque estaban considerados como tercos o perezosos y se encontraban, usualmente, bajo el mando de los oficiales del ejército regular o de los menos considerados que aquellos que mandaban a los voluntarios… se les negaba el derecho de practicar su religión; se les aislaba para someterlos a trabajos pesados; se les negaba la promoción y se les trataba de convencer para que se hicieran evangelistas y protestantes y formaban parte de un ejército que invadía un país católico mientras sus propios parientes católicos eran batidos en las calles de Chicago, Boston y Filadelfia…” (Hogan 1999: 117)
Nacido en el condado de Galway el joven John O´Riley, escapó en esos momentos, acabando por organizar una unidad Mexicana con 48 desertores Irlandeses que formarían el pié veterano de los San Patricio, que durante el desarrollo de la guerra crecerían y se convertiría en una de las más famosas compañías que actuaron durante el conflicto entre las dos naciones.
De su nativa Irlanda, al parecer obtuvo los rudimentos en el conocimiento del arma de artillería, saliendo de su amada isla hacia Canadá, acicateado por el hambre y la falta de trabajo, para luego ingresar a territorio norteamericano y encontrarse, como muchos otros de sus connacionales, con la única posibilidad de encontrar trabajo en la milicia americana que hacía sus preparativos para su incursión en México.

La guerra se inicia el 25 de abril de 1846 cuando un tropa de caballería Mexicana cruza el río Grande y se enfrenta a tropas enviadas por Taylor a interceptarlos, en la refriega mueren 11 norteamericanos y son heridos 5, acción que le da el pretexto a Polk para anticipar en 24 horas su mensaje al congreso: “Los mexicanos han derramado sangre norteamericana en suelo norteamericano” a lo que el representante Whig del congreso Abraham Lincoln contestaría que más tarde pediría que la administración demostrara el punto exacto donde se alegaba que esa sangre norteamericana había sido derramada en suelo norteamericano y que por su insistencia en que el río Grande era la frontera de los estados Unidos Polk había comenzado la guerra “innecesaria y anticonstitucionalmente”.(cita de Ralph Selph Henry en Hogan 1999:39)

El primer enfrentamiento masivo entre ambos ejércitos se da el 8 de mayo de 1846, son tres mil soldados de cada bando, en un lugar cerca de Matamoros denominado Palo Alto, los comandantes de los ejércitos son los generales Ampudia de México y Zachary Taylor por los norteamericanos, la batalla se resuelve por la superioridad de la artillería norteamericana tanto en materiales como en la técnica de su utilización.

El siguiente enfrentamiento es al día siguiente en un lugar denominado “Resaca de la Palma” o “Resaca de Guerrero”, las condiciones del combate son las mismas, aunándose la incompetencia del mando mexicano, las tropas mexicanas cruzan el río Bravo y se reúnen en Matamoros. Taylor no aprovecha la derrota mexicana cuyas tropas salen rumbo a Monterrey.

Es prácticamente desconocido el papel que hicieron los pocos hombres que habiendo desertado de las tropas americanas se incorporaron a los extranjeros residentes en México, formando una unidad llamada “Legión de Extranjeros”, que debido a que muchos de ellos eran irlandeses también fueron llamados “Colorados” (Hogan 1999:40). Estos hombres parecen haber tenido acción en el bombardeo de Fort Texas desde Matamoros y según una carta de Arista a Moret, fechada el 8 de Mayo de 1846, los sitúa probablemente en la acción de Resaca de Guerrero.

En Estados Unidos continúa el reclutamiento y la acumulación de pertrechos para la guerra. Sus unidades navales avanzan para bloquear los puertos mexicanos, el Comodoro David Conner bloquea los puertos mexicanos del Golfo; el Comodoro John Sloat bloquea los de Pacífico. Mientras tanto, los políticos mexicanos y militares mexicanos conspiran entre ellos sin entender lo que implicaba una guerra con otro país estando preocupados por obtener empleos bien remunerados y otros privilegios.

En los meses de junio y julio se realizan los desembarcos de tropas norteamericanas en Monterey, San Francisco y San Diego, California; se toma Camargo, Tamaulipas y se bloquean Tuxpan y Soto la Marina. El común denominador en estos lugares fue la defensa realizada por los habitantes convertidos en Guardias Nacionales.

Hay un hecho poco conocido durante esta guerra y es que Santa Anna escribió a Polk, para manifestarle estar de acuerdo con él sobre el destino de los territorios norteños de México. Esto motiva una reunión en julio entre él y el Almirante norteamericano Alex Slindell Mackenzie en la Habana, Cuba.

La pugna de los políticos mexicanos desencadena en agosto de 1846 la emisión del Plan de San Juan Bautista a favor de Antonio López de Santa Anna, este llega de la Habana supuestamente burlando el bloqueo de los barcos norteamericanos y toma posesión de la Presidencia de la República.

Ese mismo mes los norteamericanos ocupan Los Ángeles, llegan a Santa Bárbara y a San José en California. Asimismo se rinde Nuevo México al ejército del General Kearney.

En el mes de septiembre, los mexicanos residentes en Los Ángeles atacan la guarnición norteamericana y la flota norteamericana bloquea el puerto de Mazatlán.

El 21 de septiembre de 1846 se inicia la batalla de Monterrey, el ejército mexicano resiste el ataque, el pueblo apoya a sus soldados.

El Obispado y la tenería son los puntos donde hay mayor encono, se combate también en la ciudad casa por casa.
Ante la férrea resistencia, el fuego de artillería intencionalmente se dirige a la indefensa población civil que heroicamente resiste.

Por momentos, los defensores tomaran la ofensiva e incluso retomaran posiciones tomadas difícilmente por los americanos. Hasta que la madrugada del 22 de septiembre, los norteamericanos se harán de las alturas del cerro del Obispado y entrarán a Monterrey horadando casas para saltar los atrincheramientos de la segunda línea de defensa. La hermosa Santa Doña María Josefa Zozaya se presentará entre los soldados que pelean desde las azoteas para municionarlos y alentarlos como una personificación de la patria misma “Era necesario vencer para admirarla, o mirar a sus ojos para hacerse digno de su sonrisa”.

Cuando el comandante mexicano decide parlamentar con el enemigo, las fuerzas mexicanas continuaban dominando gran parte de la ciudad y consideran una traición el armisticio, a pesar de sus honrosas condiciones.

La ciudadela (Black Fort en los reportes americanos) aún era una posición dominada por los mexicanos en el momento de la rendición y en ella se encontraba la artillería de los “Colorados”, hombres de la legión extranjera.

Para los americanos la toma de Monterrey se había convertido en una muy costosa victoria, debida a la simple casualidad (el descubrimiento de un paso por la gola de la fortificación de la Tenería). (Roa Bárcena 2003:111)

Un número de miembros del ejército americano, pese a las victorias, desertara de sus filas tras la batalla, probablemente ante la vista de la masacre de civiles por los texanos y otros voluntarios, el incendio de la catedral y la amenaza de matar más civiles si no claudicaban las fuerzas mexicanas (Wallas 1935:374 citado por Hogan 1999:48)

El día 26 de septiembre de 1846, con las banderas y guiones en alto, la primera parte del ejército mexicano saldrá de Monterrey con una salva de cañones disparados, algunos de ellos, por los hombres de la legión extranjera, dando la impresión de un desfile victorioso. (Miller 1989:47)

“Los habitantes de Monterrey vieron salir las últimas fuerzas mexicanas y multitud de ellos, abandonando sus casas e intereses, cargando a sus hijos y seguidos de sus mujeres, caminaban a pie tras las tropas. Monterrey quedo convertida en un gran cementerio.

Uno de las blasones que los norteamericanos tuvieron que observar al salir airosos de las ruinas de Monterrey fue una bandera de guerra que seguramente se distinguió entre las otras banderas tricolores mexicanas, el pabellón de seda verde con la imagen de San Patricio, el arpa y el águila mexicana se coronaba con la inscripción “Erin go Bragh” cuyo significado en gaélico es “Irlanda por siempre” y fue sin duda una bofetada para muchos en el ejército de las barras y las estrellas.
Las tropas mexicanas pasan por Saltillo para concentrarse en San Luis Potosí, esperando a Santa Anna quién está organizando un nuevo ejército.

La actividad de la guerra continúa en otros frentes, en octubre el Comodoro norteamericano David Connor intentó sin éxito tomar el Puerto de Alvarado, Veracruz, en la Batalla conocida como de Santa Teresa, igualmente con 7 buques al mando del Comodoro Matthew C. Perry, toman el puerto de Frontera, posteriormente intentan tomar la capital del estado San Juan Bautista, en el encuentro las armas mexicanas salen victoriosas. En noviembre los norteamericanos toman el puerto de Tampico.
El 8 de diciembre de 1846 James Polk, necesita más apoyo para acrecentar la guerra y ante su congreso espeta “Los agravios que hemos sufrido de México casi desde que realizó su independencia y la paciente tolerancia con que los hemos soportado, no tienen paralelo en las historias de las naciones civilizadas modernas”

El 10 de febrero de 1847 un grupo de voluntarios de Arkansas descubrió en una cueva a decenas de civiles mexicanos que fueron asesinados efectuándoles escalpes (arrancando el pelo de la cabellera para simular un ataque de indios, soldados del ejército americano detuvieron la matanza y uno de ellos Samuel Chamberlain escribiría:

“En el suelo de roca ardía un fuego que proyectaba su luz trémula y exigua, sobre un lúgubre escenario cerca de treinta mexicanos yacían masacrados en el piso, la mayoría escalpelados. En las grietas, los charcos de sangre se coagulaban…”
El 22 de febrero de 1847 se inicia La Batalla de la Angostura (Buena Vista para los americanos) en un agreste terreno interrumpido por profundas barrancas. La batalla empieza muy pareja, pero ante el empuje de los mexicanos, donde la caballería juega un papel importante, los norteamericanos empiezan a ceder. El también artillero irlandés John O´Brien y la infantería de la brigada de Indiana realizaron un movimiento de avance fallido para aprovechar sus tiros, que terminaría en desbandada, abandonándose una pieza de artillería y huyendo del campo de batalla frente al avance del General Pérez. En ese momento rompieron el fuego las 3 piezas de 8 comandadas por Micholterena y que el general Mora y Villamil había dejado en manos de los “Colorados” San Patricio. Serían ellos, precisamente, los que bajo el fuego de la artillería volante americana, capturarían los dos cañones de seis libras en el campo de batalla abandonados por los americanos.

A pesar de ir ganando la batalla, al caer la noche Santa Anna interrumpió el combate declarándose vencedor y emprendió una inmediata retirada (Muy discutida y criticada por la historiografía mexicana) que en la práctica equivalió a un empate que sorprendió al mismo Taylor. Lo no discutible es que la invasión fue detenida en este punto, fue también el momento en que aparecen los guerrilleros mexicanos que acechan constantemente al invasor.

Los San Patricio fueron elogiados en el reporte de su jefe, el General Francisco Mejía (7 de Mayo de 1847 publicado por el Diario del Gobierno ) incluyéndolos en las acciones de la brigada Mejía, y asegurando que eran dignos de los más altos elogios ya que “Pelearon con osada valentía” por lo que un mes después se reporta que fueron premiados con la condecoración de la Cruz de Honor de Angostura, distinguiendo por valor y sufrimiento, por coraje y paciencia a Ramón Bachelor; a John O´Riley que fue ascendido a capitán; a Francisco Moreno que fue ascendido a coronel; a Ignacio Álvarez y John Stephenson quienes también fueron reconocidos por sus logros en la batalla.

En el mes de marzo de 1847 el presidente Polk abrió un segundo frente, enviando otro ejército bajo el mando del General Winfield Scott que se transportó por mar al puerto de Veracruz para iniciar la invasión del centro de México por ese lado. En Veracruz se dio el primer movimiento de deserción de soldados irlandeses de las filas de Scott, quienes se presentan ante los defensores de Veracruz para alinearse con éstos.

Mientras, en la Ciudad de México se presentan diferentes intrigas políticas como el motín de Polkos, que impidió reforzar Veracruz.

La toma de este puerto del Golfo, el más importante puerto mexicano, tiene dos tristes distinciones, la de ser la primera operación anfibia en una playa abierta y la de ser el primer bombardeo de saturación contra una ciudad realizada por los Estados Unidos.

El día 21, después de intimar a rendición, Scott abrió los fuegos desde las diferentes baterías americanas en tierra y en mar por los barcos que cierran el puerto, usando cañones, morteros e incluso proyectiles.

Los americanos lanzaron desde sus bocas de fuego un aproximado 6,700 bombas de muy diferentes calibres en una ciudad con apenas mil casas, 1,340 cada 24 Horas, 57 cada hora, una por cada minuto de bombardeo. Panaderías, hospitales, iglesias y casas particulares fueron los principales blancos, igual que en Monterrey. La ciudad se convirtió en un montón de escombros.
Los cónsules de otros países en dicho puerto intentaron parlamentar con el General Scott y el Comodoro Perry para permitir la salida de mujeres y niños, así como de los ciudadanos de diversas nacionalidades. Pero Scott se negó. Al saberse por los cónsules, de las acciones de la comandancia americana, Europa reprobó el bombardeo indiscriminado y de saturación desarrollado en Veracruz. Mientras que en Estados Unidos la oposición antibélica y las organizaciones pacifistas incrementaron sus actividades. Se publicaron libros y revistas en oposición a la guerra que denunciaban atrocidades contra civiles en México y la injusticia de la ocupación, invitando a los jóvenes a no enrolarse en las fuerzas armadas.
La Ciudad fue ocupada, en ese mismo mes también fueron tomados Alvarado en Veracruz y San José del Cabo y San Lucas en Baja California Sur.

Scott empieza su marcha hacia la Ciudad de México.

El ejército sale de la ciudad de México, los San Patricio van en él, para enfrentar al ejército invasor encontrándose con él en la Batalla de Cerro Gordo en Veracruz. La poca visión de Santa Anna para elegir los sitios adecuados para colocar las tropas, artillería y caballería, propician el desastre. La participación del “Batallón de San Patricio” no está documentada, pero regresa a la Ciudad de México con el ejército derrotado. A partir de ese momento se inician en la Ciudad de México los trabajos de fortificación donde Juan Crisóstomo Cano juega un papel de importancia.

Ese mes también caen La Paz en Baja California Sur y Tuxpan y Jalapa en Veracruz. El acercamiento a la Ciudad de México por parte de los norteamericanos es lento pero seguro, pues no quieren tener un enemigo de consideración en retaguardia, no obstante lo anterior, las guerrillas de Chinacos hacen su aparición. El 15 de mayo de 1847 cae Puebla sin oponer resistencia, dentro de las acciones que realiza Scott en ese lugar está la formación de una contraguerrilla mexicana denominada “Spy Company”, integrada por poblanos presidiarios, que se dedicaba a investigar los pasos de los mexicanos y pasar información a Scott, quien la pagaba en oro.

El 1° de julio de 1847, en un bando emitido en la ciudad de México por el general José María Lombardini, se declara la formación del Batallón de San Patricio.

Las dos compañías de San Patricio quedarían encuadradas en la brigada al mando del General Rangel, quedaron contratados por seis meses (a partir del día 9 de agosto). Los San Patricio son transferidos de la artillería a la infantería. Se formaron la primera y segunda Compañía Militar de San Patricio comandadas por el Coronel Francisco R. Moreno y por el capitán John O’ Reily a cargo de la primera compañía y por el capitán Santiago O’Leary al mando de la segunda compañía
El 10 de agosto de 1847, los norteamericanos evacúan Puebla por la ruta de Cortés, entre los volcanes Popocatépetl e Iztlacihuatl, y entran en la cuenca del Valle de México por la ruta sureña para evitar la defensa de Peñón Viejo.
El paso del ejército norteamericano y su abastecimiento desde Veracruz, se ven constantemente acosados por las guerrillas mexicanas: Río Frío, Paso de Ovejas, Chalco, Puente Nacional, Mil Flores, Plan del Río, Cerro Gordo, La Hacienda de Lago Oca, Las Ánimas y Jalapa. Recordándose entre los guerrilleros a Celedonio Doménico Jarauta.

El 19 de agosto los norteamericanos están en las Lomas de Padierna, comenzando una batalla que duraría 2 días y que afectaría una zona muy grande al sur de la ciudad de México. El General Valencia al frente del ejército del norte, presenta una resistencia eficiente, pero requiere el apoyo de Santa Anna, éste nunca lo apoya, abandonando a su suerte a los restos del Ejército del Norte; el 20 de Agosto las tropas norteamericanas, con un torrente de por lo menos 6,000 hombres, aplastaron a un Valencia colocado aún frente a una honda cañada como en el día anterior.

No hay clara evidencia que actuaran en Padierna Los San Patricio.

Santa Anna retira al ejército, tomando la dirección de Coyoacán y Churubusco. En el puente de Tlalpan Santa Anna separa una parte importante de las dos compañías que integraban el Batallón de San Patricio, quedando en el puente un piquete de tropas de este cuerpo que se hicieron cargo de los cañones mexicanos y la otra para reforzar a los defensores del Convento de Churubusco. El caos en el puente se presenta cuando el flujo de la población que huía y los restos del ejército formaron un cuello de botella que impide que crucen, personas, carretas, menajes, etc. Quedan abandonadas del lado sur del puente cualquier cantidad de cosas. Las cargas del enemigo son rechazadas pero poco a poco se va cediendo. Los mexicanos del General Pérez, defienden ya, a la bayoneta, su posición, pero el ataque continúa hasta que el puente queda en manos norteamericanas.

Los comandantes en el convento eran Rincón (Que muere en el combate) y Anaya, los batallones que los defendían eran de la Guardia Nacional, además del refuerzo de los San Patricio. Resisten firmemente el ataque frontal de los norteamericanos.
Al paso del tiempo los defensores se van quedando sin municiones. Churubusco pide parque, se le envía, pero éste resultó ser de un calibre distinto del de los fusiles de la Guardia Nacional y solo sirvió para Los San Patricio. John O´Riley y sus irlandeses, saben qué les espera si caen prisioneros. Actos verdaderamente heroicos por parte de los defensores, cómo olvidar a Peñuñuri y sus soldados. Por la falta de parque y ya sin resistencia los norteamericanos entran al convento, las tropas mexicanas están alineadas en el patio. Aún así algunos logran escapar brincando la barda norte, incluidos algunos San Patricio.

Ingresa al convento la contraguerrilla americana, el batallón espía comandado por el famoso Domínguez: “El general Anaya ya prisionero, impelido de un sentimiento de execración y horror, apostrofó al insolente cabecilla, llamándole traidor a riesgo de su propia vida». Es el momento en que llega el General Twiggs, preguntando al mexicano, General ¿Dónde está el parque de municiones? Contestando Anaya: Si hubiese parque, no estaría usted aquí.

Como resultado de esta acción de los 204 hombres que conformaban las dos compañías, 35 murieron en el convento y un número no identificado cayó en el puente, entre los heridos se encontraban el mayor O´Riley, el capitán O´Leary y el soldado Francis O´Connor que perdió ambas piernas en la batalla.

85 San Patricio fueron capturados en la acción de los cuales 72 fueron acusados de deserción del ejército norteamericano. Las órdenes 259 y 263 de Scott ordenan los consejos de guerra, aprovechando una tregua concertada con Santa Anna.
Se juzgó en Tacubaya y San Ángel a 72 miembros del batallón. Al conocer el fallo Scott aprecio un exceso de autoridad e intervino considerando que había menores de edad y algunas deserciones antes de iniciarse la guerra.
De todas maneras las sentencias se veían antojadizas y parciales, con un ingrediente de racismo muy marcado, además de entenderse como un acto de represalia pública para atemorizar a los mexicanos.

Fueron condenados a la horca 50, 15 a 50 azotes, a ir a la cárcel y ser marcados con hierro candente en la mejilla con una “D” por desertores y se perdonó a 7. Este tipo de trato infrahumano, no se veía en México desde Cortés.
La sociedad mexicana, las legaciones extranjeras y la iglesia enviaron cartas suplicando indulgencia, pero no hubo piedad.
Los condenados a la horca, afrontaron, por qué no decirlo, con patriotismo, serenidad y dignidad el castigo. El 9 de septiembre fueron ejecutados en la Plaza San Jacinto 16 elementos. El día 10, fueron ejecutados 4 en Mixcoac y el día 13 los últimos 30 frente a Chapultepec cuando la bandera norteamericana empezó a ondear en el castillo.
Los choques de los ejércitos, paralelos a los juicio y muertes de los San Patricio, fueron en Molino del Rey, Casa Mata y Chapultepec, los actos de heroísmo de Lucas Balderas, Juan Crisóstomo Cano, Felipe Santiago Xicoténcatl, los cadetes del colegio militar y todos los soldados son dignos de recuerdo.
El 14 y 16 de septiembre, ya sin defensa de soldados, los habitantes defienden la ciudad, los norteamericanos tienen que utilizar hasta cañones para vencer la resistencia. La ciudad es ocupada. Ahora la resistencia es aislada pero muy incisiva, Santa Anna renuncia y se va. Los políticos mexicanos terminan firmando un tratado en el que se pierden más de 2,000,000 de kilómetros cuadrados, los norteamericanos se van en julio de 1848.
La guardia de honor que substituyó a los infantes de marina en Palacio Nacional y los encargados de izar la bandera de México fue formada por miembros del Batallón de San Patricio.
Como dato importante en la vida norteamericana, los territorios obtenidos definen el desarrollo económico y social de ese país.
Hay 3 soldados norteamericanos que participaron en esta guerra que llegaron a ser presidentes de su país: Zachary Taylor, Jefferson Davis y Ulises Grant. Uno más llegó a ser el mejor estratega en la guerra de secesión en el bando confederado, Robert E. Lee.
Los sobrevivientes del Batallón de San Patricio siguen las instrucciones del gobierno y participan en las acciones ordenadas contra los disidentes al tratado de paz. O´Riley fue nombrado Teniente Coronel y la unidad actuó en la pacificación del país en caos después de la guerra, hasta que las intrigas la hicieron desaparecer en 1850. Aún así muchos San Patricio siguieron la carrera militar en el país. Otros causaron su baja y por sus méritos fueron recomendados por el Gobierno Mexicano, como lo demuestran nuevos documentos localizados en el Archivo General de la Nación durante la presente investigación. La historia de un “Pat” el mendigo (Hogan 1999:216) creada en la época por americanos que relata la existencia de un irlandés pidiendo caridad en las calles, un San Patricio abandonado y olvidado a su suerte por el país por el que había peleado parece un espléndido complemento a los horrores de los castigos aplicados a los verdaderos San Patricio.
Hoy en México, aunque bastante anecdótica y desconocida, esta guerra aún es una herida sin sanar, mientras en los Estados Unidos es una parte de la historia que conscientemente se deja sin explicación.
Los grandes perdedores serían las generaciones siguientes, aquellas que perdieron un país y tendrían que vivir con esa vergüenza, aquellas que tuvieron que reconstruirse aunque implicara trasladarse a otro sitio como los ciudadanos que fundaron Nuevo Laredo dejando sus posesiones en el otro lado, ese sentimiento cambió a México y en mucho lo marcó. Pero también hay que hablar de los otros mexicanos, los que quedaron del otro lado y se perdieron, los indios que perecerían para arrebatarles sus tierras, la última barrera entre las tierras conquistadas y la civilización de la democracia.
El primer capítulo de la conquista del oeste se intenta olvidar pero algunos grupos de personas, entre ellas los miembros del Batallón de San Patricio, nos hacen recordarlo, hombres que tomaron una decisión personal que los enfrentó con el mundo.
Viktor Frankl, el psiquiatra, recordaría a los hombres que pasaron por los campos de concentración nazis diciendo “Los mejores de entre nosotros se quedaron ahí, hablando de aquellos que por su compromiso con la vida y con la humanidad dieron su vida por sus convicciones”, sin duda esto también se aplica a los San Patricio y a los muchos otros mexicanos que como Juan Crisóstomo Cano dieron su vida en el intento.
Hoy la historia de los San Patricio obliga a reconsiderar nuestras propias posiciones y relaciones con la intolerancia étnica o religiosa, el racismo y las justificaciones de las guerras desarrolladas para obtener recursos en todo el mundo.
En un orbe marcado por la guerra como un abuso de poder para despojar a otros pueblos, donde cientos de millones son obligados por la pobreza a emigrar a países donde son vistos como extraños, es donde el ejemplo de estos internacionalistas es más brillante y es por ello que los mexicanos que conocen la desdichada historia de ese Batallón no la olvidan y se reúnen a conmemorarla año con año.

Como algunos de ellos, solo podemos decir: ¡Erin go Bragh…!

Bibliografía
Toro Alfonso
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Archivos.
Archivo Histórico del Distrito Federal (AHDF).
Serie Guerra con los Estados Unidos, v. 2265, exp. 21, f. 43
1847-1-5, México, ciudad de.
Bandos de carácter político, económico y militar relativos a la guerra con los Estados Unidos
Archivo de Cancelados Secretaria de la Defensa Nacional (AC-SDN).
Expedientes relativos a la defensa de la capital.

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